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sábado, 11 de mayo de 2019

Cuando Dios resplandece en nuestro corazón




“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2 Corintios 4:6)


La Luz Proviene de la Palabra de Dios

Cuando Dios creó todas las cosas, hubo una primera cosa que creó, y ésta fue la luz. La luz fue creada por la Palabra de Dios, y resplandeció en medio de las tinieblas. Sólo Dios podía hacer algo así, ya que las tinieblas lo llenaban todo y no había ni una sola partícula de luz en el inmenso espacio pues las tinieblas estaban sobre la faz del abismo. ¡Qué poderosa es la Palabra de Dios! Pues no hay nada en este universo que se le pueda oponer. Si Dios hubiera creado al hombre y a los demás seres vivientes entre las tinieblas del abismo, esta obra no hubiera prosperado ni un solo día. Pero Dios es sabio como nadie en todos los siglos, e hizo primero la luz, pues es sabido que la luz alimenta la vida misma, y gracias a la luz, el hombre puede encontrar su alimento ya que gracias a la luz el hombre puede ver.
     
De la misma manera, es imposible que una persona tenga fe y se salve, si Dios no resplandece en su corazón. Las tinieblas del pecado pesan en el hombre de una manera tal que el hombre no puede salir de ellas por sí mismo, y necesita la absoluta ayuda del Señor Jesucristo para ser rescatado de la oscuridad en que se encuentra.
      

Los Luminares de la Luz del Señor Jesucristo

El poder del evangelio es indispensable para el rescate, pues éste posee luminares que las tinieblas del pecado no pueden vencer. 


1. La Sangre del Señor Jesucristo

Uno de estos luminares es la sangre del Señor Jesucristo derramada en la cruz. Su sangre preciosa es el pago por todos nuestros pecados (Efesios 1:7), pues es la única vía por la cual pueden ser perdonados todos nuestros pecados y borrados de la cuenta que le debíamos a Dios.


2. La Muerte del Señor Jesús

Otro luminar de nuestra salvación es la muerte misma del Señor Jesús, ya que esta deuda que le debíamos a Dios a causa de nuestros pecados sólo podía pagarse con la muerte eterna en el infierno, pues la palabra de Dios dice que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23), y el Señor Jesús tomó nuestro lugar al morir en la cruz, destruyendo por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo (Hebreos 2:14). De manera que si ponemos toda nuestra confianza en el Señor Jesús, su muerte en la cruz sustituirá nuestra muerte eterna en el infierno, y nuestra deuda de muerte quedará totalmente pagada.


3. La Resurrección del Señor.

Un tercer luminar del evangelio es la resurrección del Señor Jesús. Después de que el Señor Jesús murió, estuvo tres días muerto en el sepulcro, pero al llegar el tercer día fue levantado con poder de Dios y de su Santo Espíritu de entre los muertos, y la muerte no lo pudo retener. Del mismo modo, si confiamos en el Señor Jesús para salvación, la muerte no podrá retenernos a nosotros en el día postrero, y seremos resucitados para vida eterna y no para muerte eterna en el infierno.   
     
La resurrección del Señor Jesús debe significar para nosotros el hecho de que no vivamos más para el pecado, pues si estábamos muertos en nuestro pecados y ahora fuimos resucitados de esa muerte, entonces nuestra vida le debe pertenecer por completo al Señor Jesús (Romanos 6:8-11).


4. La Intercesión del Señor Jesús por nosotros.

Un luminar más del evangelio que resplandece contra las tinieblas del pecado en nuestro corazón, es la intercesión que el Cristo vivo en quien confiamos hace por sus discípulos amados. El Señor Jesús intercede por nosotros delante del Padre Celestial (Hebreos 7:25), por lo que solamente en él podemos poner nuestra confianza para salvación. La Palabra de Dios no enseña que haya más mediadores entre Dios y los hombres, como muchas religiones lo enseñan. La Palabra de Dios por el contrario enseña que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, y este es el Señor Jesucristo (1 Timoteo 2:5).
     

Toda nuestra Confianza es Para ÉL

Así que pongamos toda nuestra confianza en él solamente. Pues él es quien tiene el poder para resplandecer por su Palabra en medio de las tinieblas de nuestro corazón, para que nuestros ojos sean abiertos por la fe en Jesucristo, para que podamos conocer la gloria de Dios, y tener una relación personal con él, cosa que era imposible debido a que nuestro ojos no podían ver en medio de tanta oscuridad por nuestro pecado, pero ¡Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo! (2 Corintios 4:6)



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El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en 
América Latina © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.


Derechos Reservados ©
Erik Orlando Torres Zavala
Barcelona 421 Col. Hacienda San Marcos
Juárez N.L. México
2019

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