“Porque Dios,
que mandó que de las
tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2 Corintios
4:6)
La Luz Proviene de la Palabra de Dios
Cuando Dios creó
todas las cosas, hubo una primera cosa que creó, y ésta fue la luz. La luz fue
creada por la Palabra de Dios, y resplandeció en medio de las tinieblas. Sólo
Dios podía hacer algo así, ya que las tinieblas lo llenaban todo y no había ni
una sola partícula de luz en el inmenso espacio pues las tinieblas estaban
sobre la faz del abismo. ¡Qué poderosa es la Palabra de Dios! Pues no hay nada
en este universo que se le pueda oponer. Si Dios hubiera creado al hombre y a
los demás seres vivientes entre las tinieblas del abismo, esta obra no hubiera
prosperado ni un solo día. Pero Dios es sabio como nadie en todos los siglos, e
hizo primero la luz, pues es sabido que la luz alimenta la vida misma, y
gracias a la luz, el hombre puede encontrar su alimento ya que gracias a la luz
el hombre puede ver.
De la misma manera, es imposible que una
persona tenga fe y se salve, si Dios no resplandece en su corazón. Las
tinieblas del pecado pesan en el hombre de una manera tal que el hombre no
puede salir de ellas por sí mismo, y necesita la absoluta ayuda del Señor Jesucristo
para ser rescatado de la oscuridad en que se encuentra.
Los Luminares de la Luz del Señor Jesucristo
El poder del evangelio es indispensable
para el rescate, pues éste posee luminares que las tinieblas del pecado no
pueden vencer.
1. La Sangre del Señor Jesucristo
Uno de estos luminares es la sangre del Señor Jesucristo derramada
en la cruz. Su sangre preciosa es el pago por todos nuestros pecados (Efesios 1:7),
pues es la única vía por la cual pueden ser perdonados todos nuestros pecados y
borrados de la cuenta que le debíamos a Dios.
2. La Muerte del Señor Jesús
Otro luminar de nuestra salvación es la
muerte misma del Señor Jesús, ya que esta deuda que le debíamos a Dios a causa
de nuestros pecados sólo podía pagarse con la muerte eterna en el infierno,
pues la palabra de Dios dice que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23), y
el Señor Jesús tomó nuestro lugar al morir en la cruz, destruyendo por medio de
la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo (Hebreos
2:14). De manera que si ponemos toda nuestra confianza en el Señor Jesús, su
muerte en la cruz sustituirá nuestra muerte eterna en el infierno, y nuestra
deuda de muerte quedará totalmente pagada.
3. La Resurrección del Señor.
Un tercer luminar del evangelio es la resurrección
del Señor Jesús. Después de que el Señor Jesús murió, estuvo tres días muerto
en el sepulcro, pero al llegar el tercer día fue levantado con poder de Dios y
de su Santo Espíritu de entre los muertos, y la muerte no lo pudo retener. Del
mismo modo, si confiamos en el Señor Jesús para salvación, la muerte no podrá
retenernos a nosotros en el día postrero, y seremos resucitados para vida
eterna y no para muerte eterna en el infierno.
La resurrección del Señor Jesús debe
significar para nosotros el hecho de que no vivamos más para el pecado, pues si
estábamos muertos en nuestro pecados y ahora fuimos resucitados de esa muerte,
entonces nuestra vida le debe pertenecer por completo al Señor Jesús (Romanos
6:8-11).
4. La Intercesión del Señor Jesús por nosotros.
Un luminar más del evangelio que
resplandece contra las tinieblas del pecado en nuestro corazón, es la
intercesión que el Cristo vivo en quien confiamos hace por sus discípulos
amados. El Señor Jesús intercede por nosotros delante del Padre Celestial (Hebreos
7:25), por lo que solamente en él podemos poner nuestra confianza para
salvación. La Palabra de Dios no enseña que haya más mediadores entre Dios y
los hombres, como muchas religiones lo enseñan. La Palabra de Dios por el
contrario enseña que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, y este es
el Señor Jesucristo (1 Timoteo 2:5).
Toda nuestra Confianza es Para ÉL
Así que pongamos toda nuestra confianza en
él solamente. Pues él es quien tiene el poder para resplandecer por su Palabra
en medio de las tinieblas de nuestro corazón, para que nuestros ojos sean
abiertos por la fe en Jesucristo, para que podamos conocer la gloria de Dios, y
tener una relación personal con él, cosa que era imposible debido a que nuestro
ojos no podían ver en medio de tanta oscuridad por nuestro pecado, pero ¡Dios,
que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en
la faz de Jesucristo! (2 Corintios 4:6)
Escríbenos, estamos a tus órdenes:
El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en
América Latina © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Derechos Reservados ©
Erik Orlando Torres Zavala
Barcelona 421 Col. Hacienda San Marcos
Juárez N.L. México
2019
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