“El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Apocalipsis 2:7, 11, 17 y 29; y 3:6, 13 y 22.
Una misma exhortación para siete distintas iglesias
No importando cuántos problemas tuviera cada
iglesia, qué tan graves eran estos o que estos pasaran casi desapercibidos, el Señor
Jesús dirigió las anteriores palabras a cada una de las siete iglesias.
La primera iglesia a la que el Señor Jesús habla es la iglesia de Éfeso. Veamos qué es lo que les dice y meditemos un poco, si no en todos, en unos cuantos aspectos, buscando la bendición de Dios en su Palabra y su Santo Espíritu.
La Iglesia de Éfeso
"Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia;
y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser
apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
y has sufrido, y has tenido paciencia, y has
trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer
amor." (Apocalipsis 2:2-4)
El Señor Jesús reconoce que la iglesia de Éfeso era una
iglesia trabajadora, paciente, celosa y sufrida (Apoc. 2:2-3). Sin embargo el texto mismo nos enseña que estas cualidades nunca fueron garantía de que la iglesia de Éfeso estuviera haciendo bien las cosas, pues la iglesia se había apartado de las primeras obras que eran fruto de su primer amor (Marcos 12:29-31)
Hablemos de la primera cualidad: Una iglesia que trabaja arduamente
El trabajo, más que una muestra de amor, es una muestra de
fe. Santiago dice en su epístola “Porque
como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está
muerta” (Santiago 2:26). Trabajar es bueno, pero el trabajo por sí solo
no es garantía de crecimiento en el conocimiento de Dios. El mismo apóstol
Pablo se refirió al amor como un camino aún más excelente que los dones(1 Cor.
12:31), y al amor como mayor que la fe y la esperanza(1 Cor. 13:13).
La iglesia de Éfeso era una iglesia trabajadora, pues trabajaba
arduamente como ninguna y lo hacía en un sentir correcto, pues lo hacía por
amor al nombre del Señor Jesucristo. Sin embargo, en lugar de estar edificando
sobre el fundamento de la persona del Señor Jesucristo, el edificio estaba
siendo levantado sobre ellos mismos, porque no se puede hacer una obra de fe
para Dios con el corazón alejado de Dios.
Dos Cosas que Apagan el Fuego del Primer Amor
Un Arduo Trabajo sin el Señor
Como ejemplo podemos pensar en el pueblo de Israel, que servía a Dios con multitud de sacrificios, pero ellos habían dejado lo mejor de la ley, que es la expresión del corazón de Dios: el amor y la misericordia (Isaías 1:17) “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos” (Isaías 1:11).
Dios mismo había mandado en su ley hacer sacrificios de
animales, pero los sacrificios tenían el único propósito de poner en paz a Dios
con el hombre, por lo que si no iban acompañados de un corazón entristecido por
el pecado y humillado delante de Dios, Dios no los aceptaba.
“Porque no quieres
sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son
el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh
Dios.” (Salmos 51:16-17).
Los Pecados Ocultos del Corazón
Es bueno honrar a Dios, pero no lo es honrarlo con los labios y sin el corazón.
No podemos tomar a la ligera nuestros pecados, pues
cada uno de ellos fueron la causa de que el Señor Jesucristo pagara con su vida
en sacrificio, con muerte de cruz. Y si dejamos que los pecados vayan tomando
terreno en nuestro corazón, y no nos arrepentimos, éste estará cada vez más
lejos de la presencia de Dios, pues Dios habita con los que se arrepienten y se
apartan de su pecado (Isaías 57:15).
Así que podríamos decir que son dos cosas las que nos apagan
el fuego del primer amor y las primeras obras:
El arduo trabajo sin el Señor, y los pecados ocultos del corazón.
El Servicio Genuino es un fruto de la comunión
No es bueno que confundamos nuestro servicio en la iglesia con nuestra comunión con Dios. Recordemos el caso de Marta y María; cuando el Señor Jesús le dijo a Marta: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas 10:41-42). Marta escogió trabajar arduamente y se olvidó de su primer amor, pero María eligió estar en la presencia del Señor, un tesoro en sí mismo que una vez que lo encuentras vendes todo lo que tienes, inviertes en él, y nunca vuelves a ver nada más grande y precioso que él.
Así que el arduo trabajo no sustituye nuestra comunión con Dios y el servicio genuino a Dios es un fruto de ella.
Las Primeras Obras o las Primicias de las Obras
Por lo tanto, continuemos trabajando arduamente para el Señor como lo hacía la iglesia de Éfeso, pero no nos olvidemos de detenernos por largo tiempo cada vez para estar con el Señor como lo hizo María, porque estas son las primeras obras, las mas importantes:
Nuestra comunión con Dios y nuestro arrepentimiento por nuestros pecados delante de Dios (Apoc. 2:5), porque estas son las primicias de las obras que Dios hará por medio de nosotros.
Edifiquemos nuestro servicio para Dios en una comunión íntima con el Señor Jesucristo, en confesión de pecado a Dios y en arrepentimiento continuo; obedeciendo en todo a la voz del Espíritu Santo que nos habla a través de su preciosa Palabra, porque esta es la mejor parte, y si la escogemos por encima de todo, no nos será quitada jamás.
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El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
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