Nunca ha sido sencillo preparar una predicación. Se requiere de ardua preparación tanto en oración como en estudio de la Palabra para llevar Pan de Vida y agua del Espíritu a los necesitados espirituales, esto es innegable.
Dando por sentado que quienes nos dedicamos a esta preciosa labor por medio de la cual servimos a nuestro Dios, ya sabemos este primer gran detalle, nos gustaría comentar un poco en esta breve entrada, cual es el camino de las predicaciones.
Como ya hemos señalado, no es nada fácil preparar una predicación, pues en ocasiones amado lector, uno ya no halla por dónde continuar, o, incluso, por donde empezar; y aunque ha habido momentos en los que hemos recibido todo un aguacero de temas bíblicos, también los ha habido en los que hemos atravesado largos desiertos, en espera de vislumbrar la tierra en que fluye leche y miel.
Pero ¿cuál es el camino de una predicación? Procuraremos, basados en nuestra muy personal forma de trabajar, enumerarlo y explicarlo brevemente en unos cuantos pasos.
Evidentemente, nuestro tema de predicación estará enfocado única y exclusivamente en las Escrituras, y por lo tanto el primer paso será, elegir bien nuestro texto. Hay varios elementos que debemos tener en cuenta en este primer paso:
a) Lectura de la Palabra de Dios.
Lea mucho las Escrituras. Le aconsejo que lo haga en orden secuencial, es decir, libro por libro; si es el Antiguo Testamento, del Génesis al profeta Malaquías; y si es el Nuevo Testamento, del evangelio de Mateo hasta el Apocalipsis. Tal vez cuando se encuentre con las genealogías tanto del Antiguo como del Nuevo, o con las largas listas del Antiguo testamento, se preguntará si debe leerlas o no. Nuestra sugerencia al respecto es que las lea, siempre y cuando lo haga bajo la guía del Espíritu Santo, pues si no es así, la lectura quedará sin fruto, pero si lo es, el Señor podría darle una enseñanza para Su pueblo, aun de donde menos lo imagine.
Un gran ejemplo de ello, es el poderoso sermón que Dios le concedió al gran predicador inglés del siglo XIX Charles Spurgeon, El Muro Ancho (Sermón 3281, traducido al castellano por Allan Román) acerca del texto:
"Junto a ellos restauró Uziel hijo de Harhaía, de los plateros; junto al cual restauró también Hananías, hijo de un perfumero. Así dejaron reparada a Jerusalén hasta el muro ancho" (Nehemías 3:8)
Se trata de un amplio sermón basado en una corta frase de un solo versículo, sin embargo, lo que hace la diferencia es que esta corta frase fue inspirada por el Espíritu Santo, y al leer el sermón en cuestión, es inevitable ver cómo es que el Espíritu Santo va llevando la mente y el corazón del príncipe de los predicadores, por todo el muro de las Escrituras, de extremo a extremo. Por supuesto que debemos tener cuidado de no usar una sola frase de un versículo como un pretexto para convencer de nuestras ideas a los oyentes, y por eso debemos tener mucho cuidado cuando nos toque preparar una predicación de esta índole, buscando siempre estar sujetos a la guía del Espíritu Santo a través de las Escrituras.
Así que, por favor lea sin subestimar ni una jota ni una tilde, pues limitar al Espíritu Santo es el peor error que un predicador pueda cometer; pero no lea por leer, sino hágalo de todo corazón, esperando como un niño, escuchar la preciosa voz de su Padre Celestial.
En sus lecturas encontrará, con la ayuda de Dios, el texto, ya sea pasaje o versículo, el cual contendrá la proposición u oración temática, la cual será el punto de partida del camino de la predicación.
b) Oración.
Como ya hemos señalado, y como usted de antemano ya sabe amable lector, la guía del Espíritu Santo de Dios es imprescindible en este camino, pues se trata de Su Palabra, la que Él mismo inspiró, y es Él quien decide lo que daremos de alimento a Su pueblo. El Espíritu Santo le ayudará en sus lecturas de la Palabra de Dios, y Él mismo le dará todas las herramientas que usted necesita, para hacer esta incomparable labor, así que ore sin desmayar para que sea Él quien haga el trabajo por medio de usted.
2. Organización homilética.
Ya sea que su preferencia de predicación sea expositiva, o temática, o textual, siempre necesitará poner en orden sus ideas para que estas lleguen al auditorio de una manera mucho más clara, y esto sólo será posible a través de una buena organización homilética.
No es el lugar ni el momento para hablar de la homilética como tal, pues invertiríamos mucho tiempo al respecto; sin embargo podemos mencionar algunos "tips" que serán muy útiles a la hora de forjar nuestro bosquejo.
a) No pierda de vista el tema.
Aun en las predicaciones expositivas se requiere perseguir un objetivo claro y concreto, pues de otro modo estaríamos encarnando un "comentario bíblico en vivo", y cuando usted termine de desarrollar sus comentarios versículo por versículo, lo más probable es que la gente aún no sabrá qué es lo que debe hacer con la lista de datos y conocimientos que usted les expuso; aunque debemos reconocer que hay casos muy especiales, en los que pastores de una muy amplia experiencia en el ministerio, exponen la Palabra con tal claridad que guían , con la ayuda del Espíritu Santo, la mente de los oyentes, hacia donde el Señor los quiere llevar, aclarando que esta forma de predicar basada en la experiencia, no consiste en la ociosidad, pues dichos hermanos, saben que esto es posible únicamente buscando cada día el rostro del Señor en oración y escudriñando las escrituras. Sin embargo son casos muy especiales, y no podemos alegar que pertenecemos a semejante grupo de hermanos sin caer en la vanagloria; así que será mejor que nos preparemos bien, y no nos subamos al púlpito sin antes haber preparado el orden lógico en que presentaremos las ideas de nuestro sermón.
Por tanto, la mejor manera de exponer un pasaje versículo por versículo, es siguiendo el hilo de un tema principal que abunde en el pasaje. De este modo, la gente siempre sabrá, por qué está usted leyendo cada versículo, y por qué está usted haciendo los comentarios que hace.
Recordemos que ya elegimos nuestro texto, y que ya determinamos la oración temática (aunque ambas cosas son distintas, permítame llamarle así por esta vez, para comunicar mejor la idea) o "proposición". De esta frase o proposición vamos a partir para definir nuestro tema, mismo que nos guiará con la ayuda del Espíritu Santo, para ir de un versículo a otro del pasaje, ya sea de manera secuencial o invertida (ejemplo: versos 1,2,3 y 4; o versos 3,1,4 y 2, según sea el caso); esto dependerá en gran medida del orden homilético que hayamos definido. Dicho orden homilético, o en otras palabras, los puntos a tratar en el bosquejo, deberán ser basados en el mismo pasaje expuesto, o quizás en el mismo versículo electo, pero en este último caso, cada punto deberá encontrar plena congruencia con la exposición del pasaje, y con el resto de la Escritura.
b) No sature de tópicos su bosquejo.
Cuando era niño, y mis padres me mandaban a la tienda, siempre era para mí muy complicado recordar todo lo que me encargaban traer, por lo que mi mamá me enseñó algunos recursos para ayudar a mi memoria. Uno de ellos era ir repitiendo durante todo el camino las cinco o siete cosas que debía comprar. Sin embargo, este recurso no siempre funcionaba, pues cuando por alguna razón me distraía, y esto era casi siempre; ya sea porque encontraba un sapo saltando por la banqueta, o porque simplemente dejaba de repetir la lista para cantar una canción. Cuando llegaba a la tiendita, el cassette se me borraba y luego de esto me era muy difícil recordar el mandado, por lo que en lugar de leche compraba detergente, o en lugar de azúcar, huevo. Otro de los recursos que mi mamá me enseñó, y creo que este fue el más efectivo, era relacionar las cosas que iba a comprar con una idea específica, como por ejemplo, si iba por la mañana a comprar, leche, huevo, mantequilla, harina para "hot cakes", miel y café, mi madre me decía, << tan sólo acuérdate que lo que vas a traer es todo lo necesario para hacer "hot cakes">>, es decir, que el tema era: Un rico desayuno de "hot cakes".
Del mismo modo, si en la predicación, tratamos de enseñar a la congregación, cantidad de temas o tópicos aislados dentro de la misma predicación, difícilmente recordarán cada uno de ellos. Pero si enseñamos un solo tema, con unos cuantos subtemas conectados entre sí y desarrollados en orden lógico, nuestra exposición de la Palabra de Dios será mucho mas clara, y sobre todo, mucho más fácil de recordar por los oyentes.
3. Redacción.
Podríamos decir que el orden de este punto es relativo, así como lo es el resto de los pasos de la predicación, ya que, para ir teniendo un avance continuo, debemos redactar en todo momento el desarrollo de las ideas aisladas, que desde luego se irán colocando en orden lógico conforme vaya avanzando la preparación de nuestro mensaje. Sin embargo, en este caso nos referimos más bien a la redacción final del sermón.
a) Nuestra guía para la redacción.
Esta redacción debe realizarse a partir de las notas que fuimos tomando día con día, pero sobretodo a partir del bosquejo del sermón, pues este será nuestra guía para poder obtener una redacción ordenada y concisa.
b) El orden de los puntos podría cambiar.
No hay que descartar el hecho de que en el acto de la redacción surjan cambios en nuestro bosquejo, pues cuando comenzamos a escribir para desarrollar las ideas del sermón, es muy común que, al aclararse un poco más el panorama de la exposición de la Palabra, nos demos cuenta que el orden lógico del bosquejo puede mejorar en gran manera.
c) Para qué nos sirve la redacción.
La redacción o desarrollo del Sermón, nos ayudará mucho a exponer con mayor fluidez de lenguaje nuestro tema; y nos ayudará también a evitar, ya en el acto de la predicación, la búsqueda improvisada de expresiones para comunicar lo que queremos decir. Además que dicha redacción, será nuestra primer forma de repasar las ideas de nuestro sermón, y también será un medio para preservar la predicación para futuras necesidades en el ministerio.
d) Cantidad de palabras por escribir.
Quizás se esté preguntando ¿qué cantidad de texto deberá escribir? Creo que la respuesta puede ser variable, según la necesidad y la forma de trabajar de cada predicador. En nuestro caso particular creemos que entre más se desarrolle cada punto será mucho mejor. Desde la introducción hasta la conclusión; desde el primer punto hasta el último, y aún cada subdivisión de los puntos del sermón.
Tal vez entre cien y doscientas palabras por párrafo serán suficientes. Cien palabras por párrafo, si sólo se quiere tener una base para recordar el sermón al momento de predicar. De doscientas a quinientas palabras si se quiere desarrollar un poco más para dominar un poco mejor el tema. Aunque en este último caso, no es recomendable pasar al púlpito con todo el manuscrito completo, aunque mucho así lo hacen, y su servidor, también lo ha hecho, sin embargo hemos aprendido a escribir mucho a la hora de la preparación, pero llevar sólo una guía básica (bosquejo con un poco de redacción) al púlpito, y confiar en la ayuda y guía del Espíritu Santo de Dios, tanto en el proceso de preparación del sermón:
"Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas" (Juan 14:26 a)
Como en el momento mismo de nuestra exposición:
"y os recordará todo lo que yo os he dicho." (Juan 14:26 b)
Aquí un ejemplo de cuántas palabras podemos usar en el desarrollo de nuestro bosquejo:
Introducción
Párrafo de 200 palabras.
I. Primer punto.
Párrafo de 200 palabras antes de entrar a las subdivisiones.
1. Primera subdivisión.
Párrafo de 100 palabras.
a) 200 palabras
b)200 palabras
2. Segunda subdivisión.
Párrafo de 200 palabras.
...etc.
II. Segundo punto.
Párrafo de 200 palabras.
...etc.
Lo anterior es sólo un ejemplo, pues dependerá de todos los factores involucrados la cantidad de palabras que escribamos en nuestra redacción; pero como lo hemos señalado antes, nuestra preferencia es escribir lo más posible, hasta donde el tiempo nos alcance rumbo al domingo, o rumbo al culto de entre semana.
4. Repaso.
Una vez que tengamos el manuscrito en nuestras manos, ayudará mucho que repasemos todo el sermón, considerando y tal vez subrayando las ideas principales; y quizás haciendo una que otra anotación, sólo con el propósito de mantener fresco en nuestra mente el orden y el desarrollo de las ideas. También es muy recomendable dar una última lectura de todo el manuscrito, no pretendiendo memorizarlo como un guión de cine, sino más bien con el único fin de tener en nuestra mente bien establecida la exposición que nos tocará hacer en el púlpito, para así depender lo menos posible de nuestros apuntes, que estos solamente sirvan como una guía ocasional y una ayuda para nuestra memoria, pero que nunca dependamos de ellos para la predicación de la Palabra de Dios, sino que solamente dependamos del Espíritu Santo de Dios.
5. Oración previa.
Nunca estará de más, recordar amado lector, que la oración previa a nuestra exposición es algo de lo que no podemos prescindir. El Señor le irá mostrando poco a poco y cada vez más, la necesidad tan grande de orar fervientemente, un día antes del día de culto, y el mismo día temprano por la mañana; ¿qué tan temprano? pues eso dependerá de cuándo el Señor lo llame a usted a orar.
Otro tiempo imprescindible para orar por nuestra exposición, y por la audiencia, será en el transcurrir de una hora antes de la hora de la predicación. Podemos apartarnos a un lugar aislado, y poner toda nuestra confianza en nuestro Dios y no en nosotros mismos. Pida a sus hermanos en Cristo mas cercanos, que oren por la predicación, y recuerde a su congregación constantemente, la necesidad de orar por el ministerio de la predicación de la Palabra de Dios en su iglesia, el Señor será fiel y le bendecirá grandemente estando con usted y ayudándole en todo lo que necesite respecto a la predicación; usted mismo lo notará en la batalla del púlpito, cuya victoria ya le dio el Señor en el aposento de oración.
Y una cosa más respecto a la oración: no se olvide, cuando el culto haya terminado, de ir con su Señor y agradecerle por haber estado con usted en todo momento.
6. Exposición.
Predique con toda libertad Su Palabra, porque el Espíritu de Dios estará donde usted esté predicando, pero no abusemos de esa libertad para hablar de nuestras propias ideas o para hacer alarde de conocimiento bíblico o capacidad intelectual, esto no servirá de nada para los propósitos de Dios, por el contrario serán de tropiezo para usted mismo primeramente y también para la congregación, porque como usted ya sabe:
"el que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido." (Mateo 23:12)
Por lo demás; adelante amado lector, sólo nos resta decirle por ahora, que se siga preparando en la Palabra de Dios, y que nunca se olvide de depender totalmente de Dios. Que Dios lo bendiga y lo use grandemente en esta preciosa labor cuyo llamado eterno nos trae delante de Dios grandes responsabilidades y también grandes recompensas eternas.
Escríbenos, estamos a tus órdenes:
El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en
América Latina © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
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Erik Orlando Torres Zavala
Barcelona 421 Col. Hacienda San Marcos
Juárez N.L. México
2020
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