El
altar fue un elemento constante en la historia bíblica, incluso antes de que
existiera el Tabernáculo y el Templo. Edificar altares era una costumbre muy
significativa en la cultura hebraica. El altar simboliza la comunión con Dios,
un lugar donde el creyente se reúne con Dios para alabarlo, y para recibir de
Dios bendición y palabra.
Estoy convencido, por testimonio bíblico
más que por experiencia personal, que a Dios le agradan los altares, es decir,
los lugares que escogemos para tener una comunión íntima con él. Creo que el
culto, aunque sabemos de antemano que éste no es un lugar, sino una
manifestación de nuestro agradecimiento a Dios por su bondad y la salvación que
nos ha dado, es un prototipo de altar, ya que siempre, sin excepción, se
realiza en un lugar específico, y es donde los creyentes deciden reunirse para
invocar el nombre de Jehová.
“Y edificó allí un altar, e invocó el
nombre de Jehová, y plantó allí su tienda; y abrieron allí los siervos de Isaac
un pozo.” Génesis 26:25
Un factor importante también, incluso esencial,
desde nuestra perspectiva, es el temor de Dios. Muchos han dicho que las “megaiglesias”
están llenas de gente que no está comprometida con el Señor, que están muertos
espiritualmente y que a todo dicen amén. Quizás este dicho sea cierto, aunque no
en su totalidad, sin embargo la realidad es que sí es difícil y casi imposible
que la gran parte de los miembros de una
“megaiglesia” no tengan temor de Dios, debido a que no se les da la atención
suficiente para enseñarles este temor de Dios.
Un culto de adoración es, desde nuestro
punto de vista, el resultado de una manifestación del temor de Dios por parte
de las personas congregadas. Con esto no queremos decir que quienes no tienen
el temor de Dios les está prohibido congregarse, pues están en todo su derecho
de hacerlo, solamente hacemos hincapié en que quienes tienen temor de Dios
nunca vacilarán en congregarse para ofrendar un culto a Dios, a diferencia de
quienes no tienen este temor de Dios, pues fácilmente los hará desistir de
adorar a Dios cualquier prueba o dificultad que la vida les presente.
“El fin de todo el discurso oído es este:
Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” Eclesiastés
12:13-14
El culto a Dios es por lo tanto, una
particular mezcla de estos dos elementos (y de otros más por supuesto), el
concepto bíblico de altar y el temor de Dios. Cabe mencionar que al pronunciar
la frase temor de Dios nos referimos a algo más profundo que el hecho, casi
inherente al término “temor”, de tenerle miedo a Dios como muchos han mal entendido
y criticado en ocasiones (la mayoría de ellas) cuando escuchan a un cristiano referirse
al “temor de Dios”. Este será un buen tema para desarrollar un artículo
enriquecedor, pero por ahora nos enfocamos, sin pretender hacer distinciones, a
los lectores que comprenden a simple vista a qué nos referimos con las palabras
“temor de Dios”.
Hasta pronto.
Escríbenos, estamos a tus órdenes:
El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en
América Latina © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Derechos Reservados ©
Erik Orlando Torres Zavala
Barcelona 421 Col. Hacienda San Marcos
Juárez N.L. México
2013
0 comentarios:
Publicar un comentario