Ya estamos avanzando en la corrección del libro Los Hijos de
Dios. La verdad pasó algo muy interesante que me gustaría contar. Esa novela la
escribí hace cuatro años. Algunos fragmentos los saqué de hojas de máquina
borroneadas que había guardado para cuando se ofreciera, eran breves episodios
aislados que guardaba con la esperanza de que algún día se convirtieran en un
libro acerca de mi experiencia en las pandillas, que por años había deseado
escribir. Un día se me ocurrió buscar en
la red algún concurso de literatura cristiana y di con el llamado Premio Grupo
Nelson de Literatura de Ficción cuya convocatoria aún estaba abierta. Por aquél
tiempo yo había perdido mi trabajo y aproveché todo el tiempo libre posible
para reunir las notas y los episodios aislados que tenía guardados en
cuadernos, posits, agendas, y hasta en el interior de algunos de mis libros
favoritos. Logré integrar las ideas, incluso los textos tal como los había
escrito sólo que con algunas correcciones que realicé más por el gusto de
componer frases y el deleite de embellecer los textos que por la necesidad de
renovarlos. Lo hice todo en hojas de máquina utilizando una máquina de escribir
que me fue muy útil por algunos años y que había adquirido en un bazar por la
módica cantidad de cien pesos. Lo que sigue a continuación es algo que no lo
puedo explicar a ciencia cierta, la verdad no recuerdo que fue lo que sucedió
con exactitud, el caso es que las hojas de máquina que llevaba escritas las
llevaba siempre conmigo dentro de un legajo color café, y este mismo dentro de
una carpeta dónde llevaba otros escritos y algunas canciones en ciernes. Ese
día llegué a mi casa y me di cuenta que el legajo café ya no estaba dentro de
la carpeta, probablemente se me cayó en el camino y no me percaté, o quizás lo
saqué en algún lugar público para trabajar en la corrección de los textos como
acostumbro hacerlo y olvidé volverlo a guardar. Me dolió mucho en realidad,
porque eso significaba que todo el tiempo que había empleado en pasar los
textos en limpio se había ido a la basura. Solamente quedaban tres meses para
que cerrara la convocatoria, entonces me senté enfrente de la computadora de
dos a cuatro horas diarias y comencé a escribir la historia de Los Hijos de
Dios, esforzando mi mente y evocando recuerdo que me sirvieran de inspiración
para construir la noveleta. Hice algunos sacrificios en particular, me
levantaba muy temprano antes de irme al trabajo de medio tiempo que había
conseguido y le dedicaba una hora al texto. Cuando volvía a casa por la tarde
me sentaba nuevamente durante dos o tres horas más frente al ordenador. Cabe
mencionar que la novela incluye un personaje inspirado en mi esposa Loyda
Eunice Muñoz Gaona, llamado Loyda Loredo, quien vive un bello romance con el
protagonista de la historia Lauro Zavala (obviamente, personaje inspirado en mi
propia persona). La verdad fue una experiencia muy hermosa, es más aquí les
paso un párrafo de los romances de Lauro Zavala y Loyda Loredo:
"Recordaba
el rostro de la mujer que amó en la primavera de su existencia. Una mujercita
bella, de baja estatura y cara ovalada.
Una tarde fue a
buscarla. Tocó la puerta tres veces. Salió. Se dibujó en el rostro de ella un
encanto que hacía juego con su sonrisa. Lauro le entregó una flor del campo.
—no sé que decirte Lauro…
Pasaron una hora charlando y riendo, y Lauro le platicó de
la ocasión que hurtó la Biblia del campanario, para conocer más de Dios y
acercarse más a ella."
Si quieren seguir leyendo compren la novela cuando la
imprima jejeje.
La verdad es que
esta novela no fue el "santo de su devoción" del jurado que presidió
el premio, sin embargo ya tenía en mis manos el libro que había querido
escribir durante años.
En el 2011 una
editorial abrió una nueva convocatoria llamada Premio Relato Cristiano. Me
entusiasmó mucho la idea de participar pero aún no sabía si escribiría un nuevo
relato o me daría a la tarea de reducir Los Hijos de Dios al máximo número de
palabras que exigía el PRC (Premio Relato Cristiano) que eran quince mil, es
decir, de un texto de cincuenta y tres mil palabras tendría que hacer un breve
relato de quince mil, dura tarea, pero gracias a Dios que mi esposa siempre
está dispuesta a ayudarme y a seguirme a dondequiera que vaya, y es verdad, soy
un privilegiado, pues mi esposa me ayudó y se desveló junto conmigo, pues para
entonces ya tenía un trabajo de tiempo completo, muy absorbente por cierto.
Mientras mi esposa cocinaba yo le leía párrafos enteros y le preguntaba si se
escuchaba mejor esta o aquella palabra, una u otra frase, y así fuimos juntos
eliminando el superfluo y dejando solamente lo esencial de la historia.
Faltando algunos
días para cerrar la convocatoria del PRC y visitando el sitio web de la
editorial me di cuenta de que algunos de los finalistas del Premio Grupo Nelson
como Nuria Gómez Arnaiz y mi ahora amigo
Gusmar Sosa , quien por cierto estuvo dentro de los ganadores del PRC,
estaban participando en el concurso y empecé a perder las esperanzas de estar
dentro de los cinco relatos galardonados, pues incluso participaba, también mi
ahora amigo, Cherwin Joseph Guerrero Melo de quien supe que era ya un autor
con algunos libros escritos y un doctor del Uruguay quien había ganado el
Premio Grupo Nelson 2008 al lado del Pastor Iván C. Rodelo autor de la novela
Mi abuelo explicaba muy bien a los pájaros.
Platicando con mi
esposa ambos definimos una postura como lo hacemos con las cosas que definen el
rumbo de nuestro hogar, que fue la siguiente: ya habíamos logrado mucho juntos
con tener en nuestras manos un libro ya corregido, narrado como dice mi amigo
Roberto Molinares, por escenas como si fuera una película, depurada de ripios
y episodios de relleno, conservando sólo lo emocionante de la historia, con
mucha fluidez rítmica y muy digerible en cuanto a su mensaje y redacción. De
hecho fue mi hermano Roberto Molinares quien me hizo recordar que ese texto de
quince mil palabras existía, pues es quizás uno de los dos o tres junto a
Gusmar Sosa, que se ha tomado la molestia de leer la novela completa. Y la
verdad es que sí ha sido un logro importante junto a mi esposa Eunice Muñoz,
mismo que vamos a aprovechar para que partiendo de ese texto corregido de
quince mil palabras y no como lo había estado haciendo, trabajando el texto de
cincuenta y tres mil palabras lleno de errores y con falta de unidad entre
párrafo y párrafo, le demos forma y edición al libro que deseamos ver ya
impreso frente a nosotros. Muchas gracias esposa amada por todo tu apoyo,
muchas gracias amigos por sus palabras de aliento y sobretodo muchas gracias a
Dios por permitirme estar cada vez más cerca de ese sueño, ya no de ser
publicado, francamente no me interesa, sino de tener en mis manos impreso ese
libro que alaba y proclama el nombre de nuestro Señor Jesucristo en cada página
escrita.
Escríbenos, estamos a tus órdenes:
El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en
América Latina © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Derechos Reservados ©
Erik Orlando Torres Zavala
Barcelona 421 Col. Hacienda San Marcos
Juárez N.L. México
2013
0 comentarios:
Publicar un comentario