Podemos encontrar en el área de la homilética, la cual
definiremos brevemente como la ciencia y el arte del discurso cristiano, una
amplia gama de metodologías para organizar el contenido de un sermón bíblico,
sin embargo nos limitaremos a mencionar únicamente los más básicos y usuales de
acuerdo a la percepción personal de su servidor, que son: el sermón expositivo,
el sermón textual y el sermón temático. Describiremos brevemente cada uno, y
procuraremos dedicarle posteriormente un artículo a cada tipo de sermón aquí
mencionado. Pero antes de esto, nos gustaría comentar el “por qué” de la
importancia de este tema.
Ya hemos dicho anteriormente que lo más importante en la
predicación de la Palabra de Dios es el poder de Dios manifestado a la hora de
predicar; y que sin ese poder que viene de lo alto, no tenemos nada más que
palabras muertas, sin la capacidad de cambiar la vida de una persona. Teniendo
claro esta verdad, ahora vamos a hablar del orden lógico de las ideas que
presentamos cuando estamos predicando la Palabra de Dios.
Permítanos usar un ejemplo cercano y familiar a nosotros. Es
como si tuviéramos la responsabilidad de ejecutar un concierto de guitarra, y a
última hora se nos ocurriera cambiar el orden de las cuerdas, lo que tendríamos
por resultado, aunque estemos tocando exactamente la pieza que está escrita en
las partituras, sería solamente ruido extraño e ininteligible, y la gente no
podría reconocer la pieza que estamos tratando de ejecutar.
Creo que algo parecido sucede cuando predicamos la Palabra
de Dios sin orden alguno, pues aunque estamos basándonos en los versículos y
pasajes tal cual están escritos en la Biblia, nuestro orden de ideas está tan
revuelto que la gente al final creyó haber entendido sólo una o dos cosas de
las muchas que mencionamos, pero el resto del tiempo se la pasó esforzándose (o
no), por tratar de entender el propósito por el cual estamos parados frente a
ellos detrás de un púlpito de predicación o caminando de un lado hacia otro,
según sea el estilo de cada predicador.
Recuerdo que un maestro de homilética muy respetado insistía
continuamente en sus clases, que el único propósito de la predicación es
comunicar el mensaje de Dios, y todo lo demás (llamada a la acción,
transformación de la vida del creyente, etc.) se deriva de ahí. Comunicar el
mensaje del Señor es nuestra misión, y no podemos hacerlo sin una presentación
lógica y coherente de ideas. Y por ello se vuelve necesario conocer, aunque sea
de una forma básica como lo estaremos tratando en los siguientes artículos, la
humilde artesanía de la homilética.
Veamos ahora brevemente cada uno de estos tipos básicos de
sermones de los cuales estaremos hablando en artículos posteriores:
1. Sermón Expositivo.
Este tipo de sermón es el más usado por los predicadores que
tenemos altísima estima por la Palabra de Dios, ya que posiciona a la Palabra
de Dios en primer lugar y coloca al predicador como un mero instrumento de Dios
y de su Palabra, ya que el predicador se dedica a exponer ampliamente el pasaje
elegido considerando estrictamente su contexto, su contexto histórico y todo
aquello que permita la comprensión correcta del pasaje seleccionado, derivando
de ahí las aplicaciones prácticas a la vida del creyente.
2. Sermón temático.
En esta otra opción se elige un tema específico tratado por
la Biblia basado en un determinado pasaje o versículo, igual que el sermón expositivo,
a diferencia de que en el sermón temático no se requiere exponer a profundidad
el contexto del pasaje o versículo, sino que el predicador trata su tema
navegando libremente a través de las Escrituras.
3. Sermón textual.
Por último este tipo de sermón toma un texto particular de
la Biblia, y deriva sus divisiones homiléticas de las ideas que en Palabras
expresa el texto.
Estos son los tipos de sermones que en lo personal
consideramos como principales o básicos, y aunque existen muchos más, creemos
que la mayoría de ellos se derivan de los tres anteriores, mas también existen
otros de procedencia extremamente creativa, que, a nuestro parecer personal se
van alejando cada vez más y más del propósito esencial de la predicación: que
es la exaltación de la perfecta Palabra de Dios y el conocimiento de su eterna
voluntad a través de las verdades presentadas por nuestro Dios por medio de las
Sagradas Escrituras.
Esperamos que este artículo haya sido de utilidad y de
bendición para tu vida y tu ministerio, si es así sigue nuestras publicaciones
del blog y comenta aquí de bajo para saber que Dios bendijo tu vida. Estaremos
subiendo más artículos explicando a detalle cada uno de estos tres tipos de
sermones. Dios te bendiga, un caluroso abrazo.
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