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miércoles, 6 de abril de 2016

Gente que produzca los frutos del reino

Por Erik Torres

"Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él."

(Mateo 21:43)



Mucho tiempo creí que dar frutos en el reino de Dios constaba únicamente de entregar al Señor el resultado de poner a trabajar algún talento artístico o intelectual. Reconozco que mi visión al respecto estaba muy limitada, pues no todos en la Iglesia del Señor producimos o practicamos alguna forma de arte. Y no digo que quienes nos dediquemos a producir, ya sea en mayor o menor proporción, algún tipo arte le seamos indiferentes a Dios, pues sin duda alguna Dios nos irá a pedir cuenta de dichos talentos, sean artísticos, científicos, técnicos, o incluso nuestro servicio en actividades aparentemente sencillas, pues sabemos que no lo son, como limpieza, cocina, manejando vehículos y hasta cargando cosas, entre otras; Dios nos pedirá cuentas respecto a si pusimos todo esto a su total servicio durante nuestra vida o explotamos dichas habilidades o capacidades únicamente para nuestro beneficio personal. Como ustedes saben, los talentos que Dios le dio a su pueblo no son exclusivamente artísticos, sino toda habilidad creativa o manual, técnica o científica que Dios usará para beneficio de su reino (Éxodo 28:3). Aunque los talentos son discutidos entre algunas iglesias respecto a su biblicidad, asunto que en lo personal me parece algo ocioso tratar, pues simplemente cualquier habilidad, incluso nuestra misma incapacidad o incompetencia (2 Corintios 3:5), cuando la ponemos en manos de Dios para su servicio, Él la convierte en frutos maravillosos para la gloria de su nombre. Por lo tanto no nos concentraremos en el asunto de los talentos, sino en los dones espirituales, mismos que pueden valerse de los talentos, sin depender necesariamente de ellos. 

Ahora,respecto a los dones espirituales, podemos encontrar en la Palabra de Dios una larga lista de ellos, además de ejemplos claros en los pasajes que narran la vida de los grandes hombres y mujeres de Dios. Los dones espirituales fueron repartidos por el Señor Jesucristo a la Iglesia (Efesios 4:8-16), y aunque ahora no es la intención abundar detalladamente en el tema de los dones espirituales, creo que si hablamos de producir frutos del reino, es indispensable hablar de ellos más que de los talentos, ya que los talentos, si los definimos eventualmente como habilidades que Dios puso en nosotros desde nuestro nacimiento, y que como ya hemos dicho antes podemos poner al servicio de Dios, no dejan de dar lugar a la exaltación del hombre más que la exaltación de Dios, pues por más que pretendamos no podemos quitarle de encima el elemento humano, y para comprobarlo basta con echarle un vistazo a los medios de comunicación, y nos daremos cuenta de que éstos promueven la exaltación del talento humano y de las personas que lo poseen. No así con los dones espirituales, mismos que provienen y pertenecen absolutamente al Espíritu Santo de Dios (1 Corintios 12:11) y que no dan lugar a la vanagloria del individuo, pues el elemento humano es sencillamente una herramienta del maravilloso poder de Dios, a menos que el individuo se engañe a sí mismo y se jacte de que el fruto producido por medio de los dones que le otorgó el Espíritu Santo es, falsamente por supuesto, mérito suyo (2 Corintios 4:7). 

Nos corresponderá a cada uno en lo personal indagar en la Escritura el gran listado de dones que en ella aparecen, sin embargo quisiera que nos diéramos al menos una idea de cómo es que Dios usa a los cristianos a través de los dones espirituales que nos ha repartido a cada uno de nosotros. Vayamos a la palabra de Dios, en el libro de los Hechos capítulo 6, versículos del 1-10: 

"1 En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. 

2 Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 

3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 

4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 

5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 

6 a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. 

7 Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. 

8 Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. 

9 Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. 

10 Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba." (Hechos 6:1-10) 

En el texto anterior destacan varios dones como lo son el de servicio (diakonia v.2) y el de sabiduría (Sophias v.3), el de enseñanza (didaskalian v.4) y el de fe (pistis v.5). Realmente, como personas, es decir, de sí mismos, ni los siete varones, ni los apóstoles tenían algo especial (1 Corintios 1:26-29). Evidentemente cada uno de estos hombres tenían talentos o habilidades para hacer ciertas cosas, pero no era esto lo que requería el Señor, sino solamente gente sencilla y de buen testimonio, con un corazón lleno de Dios y con una mente obediente a Él, o lo que es lo mismo, una mente sabia (v. 3), pues son estas las únicas características que permiten a un hombre de carne y hueso ser usado poderosamente por el Señor, y producir así los frutos del reino de Dios, mismos que aquellos hombres a los que se referió Jesús cuando les dijo "Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él." (Mateo 21:43) no podían producir, sencillamente por carecer de fe en el Hijo de Dios, y por consiguiente, por carecer de estas tres características: buen testimonio, llenura del Espíritu y sabiduría de Dios. 

Ahora, ¿cuál es la razón por la que los gentiles tenemos acceso a estas tres cosas anteriormente mencionadas? Creo que la respuesta a esa pregunta es ¡por gracia de Dios solamente!, pues el Señor mismo lo anunció, que el reino sería dado a gente que produzca los frutos de él, no al total de los gentiles arbitrariamente, sino sólo a aquellos que como niños hemos recibido el reino de Dios, y como niños lo anunciamos, con fe y obediencia, pues dijo el Señor Jesús: "Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó." (Lucas 10:21). Así que los resultados sobrenaturales de nuestra confianza absoluta en Jesucristo se ven manifestados cuando ponemos a disposición total de Dios los dones espirituales que él mismo nos ha dado, y de este modo nos dejamos usar como herramientas de Él, con su poder y gran gloria. 

Y por último, luego de considerar que los frutos del reino pueden ser producidos a través de nosotros, pero solamente por la voluntad y el poder de Dios, y sólo si le creemos a Él todo lo que puede hacer en nosotros, Él hará uso de esos dones espirituales que nos ha otorgado y hará uso de nuestra persona para expandir su reino, pues podemos ver en el pasaje, particularmente en el versículo 7 de Hechos capítulo 6, que luego de poner en marcha el trabajo de los siete varones, y por lo tanto los apóstoles tuvieron el tiempo y la libertad suficientes para consagrarse a la predicación de la Palabra de Dios y a la oración, entonces fue que se extendió la Palabra de Dios, pues dice "Y crecía la palabra del Señor", y entonces fue que "el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén" y aún más: "muchos de los sacerdotes obedecían a la fe". Y todo esto sucedió no por el hecho en sí de la consagración de los apóstoles y demás varones de Dios, sino porque cuando dedicamos tiempo a la oración y a la Palabra de Dios, tanto a su estudio como a la enseñanza, en la misma congregación como en los hogares de la gente que Dios va añadiendo al evangelio, es entonces que estamos mostrando nuestra dependencia total, como Iglesia y como hijos de Dios, a la voluntad de Dios y al poder de su Palabra para producir los frutos del reino. 

Así que tengamos los dones espirituales como manifestación poderosa del Espíritu Santo de Dios y no como habilidades personales (1 Corintios 12:7), pues sólo así el propósito de éstos será siempre la edificación del cuerpo de Cristo y no la egoísta y excluyente edificación personal (Efesios 4:12), porque lo que yo soy, en función de mí mismo, es sólo basura, pero lo que yo soy gracias a Cristo es verdadera ganancia (Filipenses 3:8) y poder de Dios para el crecimiento de la Iglesia, para producir los frutos del reino de Dios dado a nosotros los gentiles ¡oh que maravillosa bendición!.

Escríbenos, estamos a tus órdenes:





El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en 
América Latina © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.




Derechos Reservados ©
Erik Orlando Torres Zavala
Barcelona 421 Col. Hacienda San Marcos
Juárez N.L. México
2016

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