Hacer el bien en todo lugar (1/3)
Por Erik Torres
Cuando Jesús confrontó a los fariseos, corrigiéndolos en su errónea postura acerca del día de reposo, basada en las tradiciones judías más que en la piedad expresada en la ley, no estaba enseñando, en ninguna manera, desobediencia. Y cuando les dijo: “¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes? ¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa?” (Mateo 12:3-5); el Señor no estaba diciendo algo así como: “aprendan del sacrílego de David, y también de los profanos sacerdotes y hagan lo mismo que ellos” sino que les estaba mostrando cómo es que la misericordia de Dios, en un sentido esencial, prevalece por encima de los ritos y las formas mosaicas, pues la esencia de la ley es la esencia misma de la misericordia de Dios (Salmos 33:4-6).
Tampoco estaba excluyendo o desechando la ley dada al pueblo de Israel por medio de Moisés (Juan 1:17), puesto que esta ley es y seguirá siendo la misma Palabra de Dios, y el primer pacto entre el Todopoderoso y su pueblo escogido Israel. Sin embargo lo más trascendente de la Ley de Dios, es precisamente que ésta proclamaba palmo a palmo la venida de su cumplimiento absoluto en el Cordero Sacrificial de Dios (Juan 1:29; Mateo 5:17), anunciando en cada una de sus palabras el establecimiento de un nuevo pacto entre Dios y los hombres, en aquel que es la Palabra Viviente del Dios Viviente (Juan 1:1 y 14; Hebreos 8:6-13), Jesucristo, aquel mismo hombre que confrontó a los fariseos, quienes defendían osadamente un pacto cuyo cumplimiento estaba de pie frente a ellos, mas sus ojos se encontraban completamente cegados de rabia y envidia hacia el Hijo de Dios (Marcos 15:9-10).
Sin embargo el Señor logra mostrarles con mucha claridad a los fariseos lo que está escrito en la ley acerca del trabajo que los sacerdotes hacían en el templo los días de reposo (Números 28:9). Evidentemente los antiguos sacerdotes no tenían la misma perspectiva formalista que los fariseos respecto a la ley, pues de haber sido así muy probablemente se hubieran reusado a rendir servicio en el templo los días de reposo, sin embargo, ellos asumieron siempre y sin ningún resquicio de duda que la ley del día de reposo no estaba en conflicto con el primer gran mandamiento, y tampoco con ningún otro mandamiento que implicara en sí mismo la misericordia, la bondad o el amor hacia el prójimo (Éxodo 23:6; Deuteronomio 22:1-4).
Luego el Señor Jesús concluye su primera lección de misericordia con una frase triunfal y en gran manera reveladora: “uno mayor que el templo está aquí” (Mateo 12:6); una interpretación simple de la Escritura de parte del Señor, sin embargo se trata de la mejor interpretación que podemos aplicar a toda la Palabra de Dios: el hallazgo de Cristo en cada renglón, pues toda Ella viene a cumplirse en la persona de Jesús (Lucas 24:27); y aunque los fariseos son quienes pretenden jugar un papel protagónico en este episodio de la vida del Señor Jesucristo, es el Señor Jesucristo mismo quien sale exaltado como el gran Sumo Sacerdote (Hebreos 5:10), quien al igual que su Padre Celestial hace su buena voluntad en todo lugar, tanto en el simple campo como en el santo templo, y su voluntad prevalece por encima de la voluntad y los mandamientos establecidos por los hombres, no sólo porque sea lícito hacer el bien en todo lugar, sino porque él es mayor que el templo mismo (Mateo 12:6) y Señor del día de reposo (Mateo 12:8).
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El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en
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Erik Orlando Torres Zavala
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2016
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