“16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá." Romanos 1:16-17
Vamos a hablar de la fe. Un elemento cuyo autor y consumador es el Señor Jesucristo. Y siendo el Señor, perfecto en todo lo que hace, en esto no podía errar de ningún modo. La fe excluye toda oportunidad de vanagloria, pues no trae ningún mérito en sí misma, sino que para que haya una fe, es indispensable que algo la haga nacer en el corazón de una persona.
La fe no es algo que surja por generación espontánea, como si fuera algo que en nosotros nace de la nada, y con el único y superficial objetivo de encontrar un lugar en dónde depositarla. De hecho esto es lo que el mundo enseña: no importa en qué creas, lo importante es que tengas fe en algo. Pero esa fe que el mundo enseña, es una fe humanista a más no poder, centrada en nosotros mismos, pues pone en primer lugar al creyente y en segundo lugar al objeto de la fe. En dicho caso la fe resulta como un simple pago para obtener un beneficio, y es el beneficio el que recibe la exaltación y no el objeto de la fe, y si el beneficio es el que recibe el reconocimiento, concluimos entonces que el beneficiario es el que tiene la mayor importancia. La fe que la Biblia enseña, en cambio, no funciona así.
Entonces ¿cómo funciona? La epístola del apóstol Pablo a los romanos empieza prácticamente hablando de la fe. Pero es en el capítulo IV donde el tema de la fe es expuesto de una forma, a mi ver, impresionante. Este capitulo comienza hablando del patriarca Abraham, quien es llamado por cierto, padre de todos los creyentes, y esto significa, que así como Abraham fue justificado por la fe, es decir, cuando creyó a Dios y le fue contado por justicia, del mismo modo somos justificados los creyentes, en esa misma fe del que le cree a Dios y le es contado por justicia.
Y ¿qué significa esto de le fue contado por justicia? Dios siendo santo y justo, no podía pasar por alto el pecado del hombre, porque al hacerlo estaría contradiciendo su santidad y su justicia expresada plenamente en la ley. El hombre peca y debe pagar el precio, que es la muerte (Romanos 6:23). Dios, en su santidad, no puede habitar en medio del pecado, ni tampoco puede hacer injusticia, por lo cual ha dado Dios a su Hijo unigénito, como un pago suficiente por nuestro pecado, sustituyendo nuestra merecida muerte con su muerte en la cruz, y derramando su sangre para limpiar nuestros pecados y borrarlos para siempre, y poder habitar así delante de su santidad. De este modo, la santidad y la justicia de Dios siguen siendo algo perfecto1.
La fe viene a ser entonces "la respuesta humana ante la iniciativa divina"2. ¿Qué significa esto? Vamos a tratar de decirlo de la manera más práctica posible, tal como lo presenta el apóstol Pablo en Romanos capítulo IV. La fe fue algo que se generó a partir de una propuesta divina. Esto es que Dios propuso a Abraham que le daría un hijo del cual vendría una descendencia innumerable, y esto sería posible por encima de su muy avanzada vejez y de la misma esterilidad de su esposa Sara, y por en cima de todo Abraham decide creerle a Dios, y esa fue su fe. Debemos notar que no fue Abraham quien se acercó a Dios para decirle yo creo en ti, sino que fue Dios quien se acercó a Abraham para proponerle su plan perfecto y Abraham sólo tuvo que creer en la iniciativa de Dios.
En este caso, la fe no se clasifica en diferentes niveles. No podemos pensar que alguien le creyó poco a Dios y por lo tanto su fe no le alcanzó para salvarse, porque no es la fe lo que salva a las personas, sino que solamente es el medio por el cual se recibe aquello que salva a las personas: la Gracia. O le creemos a Dios, o no le creemos, no hay un punto intermedio.
Ahora, respecto al objeto de la fe ¿cuál es la propuesta que Dios tiene para nosotros? O sea, aquello que hemos decidido creerle a Dios y que nos justifica o nos hace partícipes de la salvación:
“Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. Romanos 4:23-25
La propuesta o la iniciativa que Dios nos presenta para que le creamos es el sacrificio de Jesús que fue entregado a muerte por nuestras transgresiones, derramando su sangre para perdón de nuestros pecados delante de Dios, y resucitando al tercer día, dándonos la vida juntamente con él (Efesios 2:5-6), pues hemos resucitado así como él, de estar muertos en nuestros pecados y dirigirnos hacia la muerte eterna, hemos pasado de muerte a vida (Juan 5:24)
Así que, concluimos que la propuesta de Dios es única y exclusiva, no hay otras opciones para elegir, Jesucristo es el camino a la salvación (Juan 14:6), por lo que Dios pone delante de nosotros este único camino de gracia: Jesucristo. Y únicamente por medio de nuestra fe, misma que es un don de Dios, (Efesios 2:8), es decir, nuestra respuesta a la iniciativa de Dios, "nuestro sí, nuestro amén”3, podremos ser justificados delante de ÉL, como el creyente Abraham, quien creyó a Dios y confió en su poder para cumplir sus promesas, lo cual le fue contado por justicia.
1. Johnson, G. Ernesto. Romanos, la vida abundante en unión con Cristo. pp 15,16. Edinburg, Texas: Editorial Río Grande, 2013.
2. Ídem pp17.
3. Ibídem pp 17.
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