“Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?” Galatas 3:5
Ni pasando toda la eternidad en el infierno acabaríamos de pagar a Dios la deuda que tenemos por haber pecado contra él.
Si Dios nos diera su Santo Espíritu como un pago por hacer las obras que demanda la ley de Dios, entonces nadie tendríamos al Espíritu Santo de Dios, porque nadie podría cumplir con la ley de Dios que es espiritual, pues nosotros tenemos una naturaleza pecaminosa que no nos permite actuar espiritualmente:
“Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.” (Romanos 7:14)
Cuando Nicodemo escuchó por primera vez aquellas palabras profundas del Señor Jesús cuando dijo “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3); no pudo entender lo que el Señor le estaba diciendo.
Después, en una actitud tierna y llena de amor, el Señor le fue revelando progresivamente el significado de estas palabras (Juan 3:5-8), ante lo cual: “Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?” (Juan 3:9). Y aquí es donde el Señor hace una pregunta muy interesante, que creo también requiere de la guía del Espíritu Santo a través de su Palabra para entender por qué el Señor Jesús le hizo la siguiente pregunta: “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”.
¿Por qué el Señor le estaba preguntando esto? Asumiendo que, si era un maestro de la Palabra de Dios en Israel, Nicodemo debía haber ya aprendido algo “tan básico” como lo que el Señor Jesús le estaba enseñando. Pero… ¡En qué parte de la Palabra de Dios en el antiguo testamento se habla acerca del nuevo nacimiento!
Precisamente es debido a que ahora nosotros, sin ser maestros eruditos de la ley y los profetas así como lo eran los principales como Nicodemo, podemos con la ayuda del Espíritu Santo de Dios conocer estas grandes verdades de su preciosa Palabra, la cual nos ha sido revelada por su amor y por habernos dado su Santo Espíritu.
Dios había dicho en su Palabra por medio del profeta Ezequiel (y también en otros pasajes), que primero iba a darles un corazón nuevo y un nuevo espíritu, que iba a quitar de ellos el corazón muerto de piedra, para poner en su lugar un corazón vivo de carne, y que iba a hacer morar su Santo Espíritu dentro de ellos, y hasta entonces, de ese modo, ellos podrían andar en los estatutos de Dios y podrían guardar sus preceptos y ponerlos por obra.
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. ” (Ezequiel 36:26-27)
Por lo tanto no podemos pensar que pudiera existir la más remota posibilidad de que cuando estábamos sin Cristo primero cumpliéramos con la ley y luego nos fuera dado su Santo Espíritu, porque además de que esto es imposible por nuestra naturaleza pecaminosa y carnal, Dios ya había establecido este orden, porque solo así sería posible:
Que él haría primero una obra regeneradora en nosotros por medio de su Espíritu, y que luego pondría su Espíritu Santo en nosotros para que él con su poder hiciera posible que anduviéramos en sus caminos y en su voluntad. (Ezequiel cap. 36 y Juan cap. 3)
Así que, demos gracias a Dios y glorifiquémoslo por la manera perfecta y sabia en que él hace las cosas, y sometámonos al orden celestial de Dios, sabiendo y proclamando que fue por gracia que recibimos su Santo Espíritu, quien hace maravillas entre nosotros, gracias al sacrificio del Señor Jesucristo en la cruz, únicamente por esto, por su amor, por su misericordia y su gracia, y nunca por las obras de la ley.
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El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
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