Por Erik Torres
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Santiago 1:17)
Cuando Dios mandó a su Hijo Jesús a morir por nosotros ¿no sabía acaso que le fallaríamos alguna vez? Y si lo sabía, entonces ¿por qué, aún siendo así, Jesús entregó su vida por nosotros? La respuesta es sencilla de entender, aunque quizás difícil de aceptar. Me explicaré.
Hace unos días* nuestro hijo Gabriel nos hizo una pregunta* a mi esposa Eunice y a mí, que es la siguiente: “Si Dios sabía que el diablo sería malo (porque Dios lo sabe todo, aun lo que va a ocurrir en el futuro), entonces ¿por qué Dios no lo destruyó antes de que se volviera malo?” Yo en lo personal ¡creo que tiene razón al preguntarlo!
Y lo que le respondí fue lo siguiente: Dios fue quien nos hizo, y nos ama tal y como somos; y nos hizo con una particularidad maravillosa ¡nos dio la capacidad de elegir! Por lo cual, Dios nunca nos juzgará por algo que todavía no hemos hecho, por ejemplo, los niños van a la escuela porque quieren ser algo en la vida, médicos, ingenieros, arquitectos, etc., sin embargo también pudieran elegir ser algo malo, como ladrones, narcotraficantes, homicidas, etc. Y aquí es donde nos preguntamos: ¿Dios va a culpar a los niños por el mal que todavía no hacen? ¡por supuesto que no! Sino que Dios en su amor, dará la oportunidad a los niños de elegir lo que quieran ser, y claro que lo más importante será que elijan, no sólo lo bueno, sino lo mejor (Filipenses 1:9-11); además de que Dios a través de su Palabra nos ofrece la sabiduría necesaria para elegir lo mejor.
De la misma manera Dios nos ofrece su salvación, conociendo perfectamente que a quienes está dando este maravilloso regalo de la vida eterna, es a nosotros, seres humanos propensos a fallar, hombres y mujeres espiritualmente dispuestos a hacer el bien (hoy que hemos nacido de Dios), pero con la inclinación humana a hacer el mal (Romanos 7:21-23). Dios lo conoce todo, por eso podemos decir con toda certeza que Dios no cambia de opinión (Santiago1:17), que si Él nos ha dado la salvación no nos la va a quitar, porque como dice su Palabra, quienes realmente han nacido de nuevo lucharán implacablemente por hacer la voluntad de Dios (1 de Pedro 3:17), y de esta misma manera, dejarán de ser esclavos del pecado, y pasarán a ser servidores bajo el señorío absoluto y eterno de Jesucristo, el Hijo Unigénito de Dios (Romanos 6:17-18), quien al igual que su Padre Celestial, nunca cambiará de parecer respecto a lo que ha prometido (Hebreos 6:13-20), la salvación eterna de nuestra alma.
*Este pequeño artículo lo escribí a manera de reflexión, en un boletín de nuestra iglesia hace aprox. tres años.
*Lo que presento aquí es una paráfrasis de la pregunta que hizo mi hijo Gabriel, cuando tenía 7 años de edad.
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